latinosExcélsior.- De la salsa comestible y el tequila a la salsa bailable y el rapero Pitbull; de Frida al arte urbano y del venezolano Enrique Dudamel y el hispano-mexicano Plácido Domingo a los mexicanos Carlos Santana y Salma Hayek o la colombiana Sofía Vergara... Estados Unidos están en un proceso de latinización irreversible.

Del chile a las pupusas y del mofongo a los ceviches, Estados Unidos experimentan cada vez más el impacto de la cultura y el modo de vida latinos.

Para unos se trata de un nuevo capítulo, lleno de oportunidades, en la historia de un país que se precia de ser una nación de migrantes.

Para otros, esa nación se encuentra en el umbral de un cambio sombrío, en especial para los miembros de la raza blanca, que en unas cuantas décadas pasarán a ser la principal minoría, pero minoría al fin y al cabo, de EU.

Y después de ellos, los latinos. Ese grupo tan heterogéneo que el aún grupo mayoritario considera como homogéneo, y al que los sectores conservadores parecen tratar de mantener marginado, si no alejado del poder.

Para unos, el famoso libro de Samuel Huntington, El choque de las civilizaciones, era un llamado de atención. Para otros, como la demógrafa húngara Eva Eszter Szabo, en verdad un grito de angustia, una expresión de temor ante la incertidumbre de una sociedad en evolución hacia aguas desconocidas.

La verdad es que mientras se debate y se pondera, EU está al borde de la “latinización”, que algunos consideran como un “oscurecimiento de América” ​​gracias al crecimiento de un grupo bautizado genéricamente como “latinos” o “hispanos” que en 2050 será 29% de la población estadunidense y como tal, políticamente influyente.

Las diferencias entre latinos pueden ser considerables: el grupo dominante es el de mexicanos –alrededor de 60% del total, entre mexicanos y méxico-estadunidenses–, seguido
por puertorriqueños, cubanos, salvadoreños, dominicanos, colombianos, guatemaltecos, hondureños, venezolanos...

Y a pesar de divergencias nacionales, culturales y socioeconómicas entre ellos, hay una creciente homogeneidad política en el reclamo de mejores condiciones y mayor poder.

Para 2040, según estimaciones de Censo, las personas de raza blanca serán 49.7% de la población estadunidense y según los demógrafos, un grupo también de cada vez mayor edad.

Pero al mismo tiempo, señalaron los especialistas Antonia Darder, de la Universidad de Marymount, y Rodolfo Torres, de la Universidad de California (Irvine), “esta nueva minoría controlará todavía la parte del león de la riqueza, el poder y el privilegio de esta nación, lo que probablemente resultará en nuevas oleadas de movilización política los próximos años”.

Pero si tratan simplemente de mantenerse en el poder, advirtieron, puede haber una reacción violenta.

Publicado en la prestigiosa revista Ethnicities, el análisis de Darder y Torres señaló que si bien los grandes estados, como California y Florida, son el hogar de la mayoría de los hispanos, hubo recientemente un aumento superior a 300% de los latinos, mexicanos en su mayoría, en Georgia, Kentucky, Carolina del Sur, Carolina del Norte y Arkansas.

Según Szabo, que a su vez citó a Huntington, la inmigración latina es “el más serio reto a los tradicionales valores e identidad culturales anglo-protestantes sajones”.

De acuerdo con Szabo, ese desafío “viene de la masiva y continua inmigración de Latinoamérica, especialmente de México”.

El cambio se verá pronto, en términos históricos. Para empezar, 20% de los actuales 30 millones de jóvenes de entre 18 y 24 años en EU son latinos; y con el puro peso de su demografía están a punto de influir en la política y las políticas estadunidenses.

El aumento de la población latina es cada vez más impulsado por la tasa de nacimientos de los latino-estadunidenses, aunque grupos antimigrantes hacen énfasis también en la constante llegada de latinoamericanos.

Según el Centro Pew de Investigación, 800 mil jóvenes latinos llegan anualmente a los 18 años, la edad para votar. Y la inmensa mayoría de ellos son nacidos en EU.

Con todo, de acuerdo con la Oficina del Censo, hay 42.1 millones de inmigrantes, legales e ilegales, en Estados Unidos. El nativista Center for Immigration Studies (CIS-Centro para el Estudio de la Migración) afirmó que la cifra representa 13% de la población estadunidense.

Siempre según ese estimado, el número de inmigrantes creció 1.7 millones desde 2014, incluso más de 740 mil mexicanos.

Pero una buena parte de los migrantes llegaron legalmente a EU y de acuerdo con el CIS, “sin un cambio en la política legal de migración, la población inmigrante continuará en crecimiento”.

Para complicar más las cosas, políticamente ya es evidente que toda coalición triunfadora en elecciones presidenciales deberá tener en cuenta la participación de los hispanos, cuyo voto puede ser definitivo en varios estados con mayor peso electoral: California, Texas, Florida, Nueva York, Illinois, Colorado, Nevada, Arizona, Nuevo México.

En EU, puntualizó un “documento blanco” de la empresa de comunicaciones Nielsen, “los hispanos representan más que la mitad (56%) del crecimiento neto de población de 2000 a 2010 y se proyecta que contribuyan con 100% del crecimiento demográfico entre las edades de 18 y 49”.

Ese mero hecho “cambia el juego”. Y el cambio es en todos sentidos.

El español es, a querer o no, el segundo lenguaje de Estados Unidos, donde no sólo hay tres o cuatro cadenas de televisión y otras tantas de radio, sino que Univision, la principal televisora, rebasa periódicamente pero con creciente frecuencia, la audiencia de las cadenas de televisión tradicionales.

Los nombres Jennifer Lopez, Cameron Diaz, Jessica Alba, Benicio del Toro, Antonio Banderas, Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu, entre otros, son cada vez más familiares para los asistentes al cine o espectadores de televisión, donde una nueva cadena, Fusion, una coinversión de las cadenas ABC y Univision, trata de comunicarse en inglés con la cada vez más numerosa audiencia de origen hispano.

Al mismo tiempo, los estadunidenses no latinos se acostumbran cada vez más a los jóvenes que como los cantantes Selena Gómez o Marc Anthony son estadunidenses integrales. Pero latino-estadunidenses.

El que mucha de la música latina que hoy domina los mercados en el mundo haya pasado por Estados Unidos atestigua el poder de un grupo que tiene una capacidad económica que entre las naciones de origen iberoamericano sólo se vería rebasado por Brasil, España y México.

De acuerdo con un reporte del Selig Center for Economic Growth (Centro Selig para el Crecimiento Económico) de la Universidad de Georgia, en 2012 el poder de compra de la minoría latina llegaba ya a 1.2 millones de millones de dólares.

“Si los hispanos estadunidense fueran un país, serían la 12 economía más grande del mundo, en algún lugar entre México y Australia”, subrayó el “libro blanco” de Nielsen, que hizo hincapié que en términos de población, serían la nación número 24 del mundo, después de Italia y por encima de España y el doble que Australia.

Y aún así, advierten propios y extraños, les falta camino por recorrer.