Los organizadores señalaron que los representantes de las diversas etnias eligieron el país norteamericano para albergar la próxima edición del evento, cuya fecha no fue revelada, pero la periodicidad de la competición debería ser cada dos años.

La primera edición de estos juegos –que Brasil organiza a nivel nacional desde hace más de una década- se celebró con cierta polémica en Palmas, capital del céntrico estado de Tocantins, por la deficiente organización y por los reclamos políticos de algunas etnias indígenas brasileñas.

Algunas etnias y tribus brasileñas rechazaron participar en los juegos con el pretexto de que el dinero destinado al evento -unos 24 millones de dólares- podría haber servido para llevar la sanidad pública a los poblados.

También criticaron que el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff –quien asistió a la inauguración, pero no se pronunció en público probablemente por los gritos contra ella en la grada- no hace lo suficiente para garantizar las tierras de los indios, muchas de ellas aún sin delimitar.