ballenas chileSantiago (Excelsior).- Las costas del sur de Chile se convirtieron en la tumba de 337 ballenas Sei tras uno de los mayores varamientos de cetáceos del mundo.

"Este varamiento es uno de los más grandes a nivel mundial", dijo la doctora Vreni Haussermann, directora científica de la Fundación Huinay, que se dedica a la investigación marina.

Las causas de muerte de las ballenas que se estudian son varias, aunque se ha descartado la intervención humana.

Huinay, que trabaja con aportes de la Universidad Católica de Valparaíso y Endesa, contabilizó desde junio y desde el aire 305 cuerpos y 32 esqueletos.

"Pero la verdad que no buscamos en forma detallada más esqueletos porque durante el vuelo los esqueletos no se pueden ver por la velocidad... y por la altura", detalló Haussermann.

Carolina Simon Gutstein, paleontóloga de la Universidad de Chile, dijo que en la región de Aysén, en el extremo sur, "los varamientos son muy comunes", pero "aquí estamos hablando de una mortalidad, probablemente murieron en el mar, no sabemos en qué lugar exactamente, pero no murieron varándose".

Haussermann contó que durante varios meses recogieron y analizaron información científica, cuyas conclusiones declinó revelar hasta que sean publicadas por una revista científica que les exige mantener reserva.

Las ballenas muertas aparecieron en las cercanías del Golfo de Penas, una zona de fiordos, canales e islotes mil 650 kilómetros al sur de Santiago, aunque también se encontraron restos al norte de Puerto Natales, 2 mil 960 kilómetros al sur de la capital chilena.

Gutstein precisó que las ballenas rorcuales, familia a las que pertenecen las Sei, las ballenas azules, las jorobadas, "no andan en grupos grandes, normalmente".

Esta mortandad servirá para aprender más de estas ballenas, saber sobre sus hábitos de vida y desarrollar políticas para protegerlas, como un Santuario de la Naturaleza que se analiza crear en el Golfo de Penas.

MUERTES DESDE ABRIL
Las primeras 37 ballenas muertas en las costas del extremo sur chileno fueron encontradas por casualidad en abril por un equipo de la bióloga marina Haussermann, que informó al estatal Servicio Nacional de Pesca que junto a funcionarios de la brigada de medio ambiente de la policía de investigaciones y la armada realizaron una expedición a la zona a fines de mayo.

La científica dijo que como el Servicio Nacional de Pesca no realizó sobrevuelos, consiguió financiamiento y en conjunto con Gutstein, que también trabaja en el Consejo de Monumentos Nacionales, sobrevolaron la zona en junio y a mediados de agosto, cuando tomaron fotografías satelitales de los cetáceos y establecieron que eran 337 los especímenes muertos.

"En esta área no hay forma de aterrizar, es un área muy, muy remota, donde no vive nadie, donde solamente hay playas muy expuestas y costas muy inclinadas, así que no hay ninguna forma de aterrizar", explicó Haussermann.

Respecto a las causas de muerte, las científicas estudian varias, todas naturales, incluida la marea roja. Sólo descartan la intervención humana.

La marea roja es un rápido aumento de microalgas que pueden cambiar el color del agua según diversos pigmentos que usan para fabricar su propio alimento y que generalmente no dañan a otros seres vivos. Sin embargo, el crecimiento excesivo de un tipo de algas microscópicas causa efectos tóxicos.

Las ballenas Sei llegan a crecer en promedio hasta 16 metros de largo.

"Las que vimos en vuelo tenían el mismo tamaño, la misma forma, así que lo más probable es que sean todas Sei", declaró Haussermann.

"La tragedia es que no se sabe mucho sobre la población de esta ballena en el Hemisferio Sur, porque en general son oceánicas, viven muy lejos de las costas", añadió.

"No vimos sentido en revelar información antes de saber y tener conclusiones", dijo la doctora, cuyo equipo tuvo que aceptar un embargo impuesto por la revista National Geographic.

"Fue la única fuente de financiamiento que encontramos. Si no aceptamos este embargo no nos habrían dado el dinero para hacer el vuelo", dijo la bióloga.

Tampoco puede entregar más detalles para que no les rechacen la publicación en una revista científica.

"Es muy importante que todos los científicos tengan los hechos y los análisis porque sin eso, yo creo que ningún político, ninguna ONG puede tomar decisiones", en favor de los cetáceos.

Otro varamiento masivo fue reportado entre 1999 y 2001 cuando se encontraron 600 ballenas grises en la costa del Pacífico de América del Norte.