Entre ellos hay 157 casos positivos de coronavirus, señalaron las autoridades griegas.
Desde el incendio ocurrido la noche del 8 al 9 de septiembre, estos miles de migrantes, que vivían en condiciones deplorables de higiene y seguridad en Moria, quedaron a la intemperie y dormían en las carreteras, los aparcamientos o incluso en el cementerio de la isla.
Muchos de ellos se mostraban reticentes a entrar en el nuevo campo porque temían verse encerrados allí durante mucho tiempo sin que su situación legal avance.
Pero las amenazas de los policías y de las autoridades, que les advirtieron de que no tramitarían sus solicitudes de asilo si no entraban en el nuevo campo, hicieron que miles de personas terminaran aceptando.
A su llegada, todos los refugiados son sometidos a una prueba de diagnóstico para ver si están infectados por el nuevo coronavirus.
Si es el caso, son aislados en una zona de cuarentena.
Este nuevo campo podrá acoger entre 8 mil y 10 mil personas.