Tenía 91 años. Argentina de origen, y cuyo nombre de pila era Raquel Rabinovich, radicaba en México desde 1953, y se nacionalizó mexicana en 1961.
Doña Raquel fue, y será siempre, un gran referente de la crítica de arte en México. Una leyenda que no se apaga. Polémica, íntegra, sin pelos en la lengua, independiente, nunca fue complaciente con nadie, ni estaba sujeta a amiguismos, o a las instituciones, incluso, llegó a decir que diariamente se ganaba un enemigo nuevo. Aunque nunca perteneció a ningún partido político, siempre se dijo “gente de izquierda”. De hecho, mantenía “posiciones más extremas incluso que los partidos”.