“La idea es que los niños, aparte de aprender a tocar, leer y escribir música, cuiden la que es tradicional de su localidad, así como su identidad”, comenta en entrevista.
Esto, agrega, ofreciendo conocimientos sobre la música típica mexicana y poniendo énfasis por plantel en la de cada región michoacana: “En Parapam, por ejemplo, se enfocan en la banda de viento”.
Algunas escuelas ya operan, como las de Angamacutiro, Chilchota, Parapam, Jiquilpan y Nahuatzen. Estas, indica Abraham Islas, cuentan con maestros de un alto perfil académico y suficientemente sensibles como para impartir algunas actividades sobre cultura de la paz.
“Es decir, apropiarse de los espacios públicos, tener una buena relación con sus compañeros y transmitir estas herramientas para que las conviertan en parte de su integración diaria, familiar y comunitaria”, comenta el entrevistado.
Entre las dinámicas llevadas a cabo, afirma, todos los niños acuden a la plaza pública de su comunidad una vez al mes para realizar limpieza, y aunque esto nada tiene que ver con aprender música, sí con el cuidado de sus espacios, expone.
“En las escuelas, ellos asean, barren, cuidan y limpian los instrumentos, mantienen ordenados sus espacios, entre todas las materias que cursan de manera regular”, aclara el funcionario.
Cabe destacar que algunos de los maestros son egresados del Conservatorio de las Rosas, otros estudiaron en la Escuela de Bellas Artes de Michoacán, y dos estuvieron en la Escuela Nacional de Música.
