Se trató de dos clases maestras de preparación previa a sus conciertos del 29 de febrero y 1 marzo.

Dar vida a las notas al frotar las cuerdas con el arco, dejar que la expresividad fluya de manera orgánica, encontrar el equilibrio entre técnica depurada y expresividad musical fueron algunos de los aspectos que la violinista Nonna Alakhverdova y el violista Ara Ghukasyan trabajaron con 14 cuerdistas de la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh), durante las clases maestras que impartieron el lunes 24 de febrero, previo a los conciertos que la joven orquesta realizará el sábado 29 de febrero y domingo 1 de marzo, en el Complejo Cultural Los Pinos y el Centro Nacional de las Artes, respectivamente.

violinistas1Tanto Alakhverdova como Ghukasyan son músicos de origen armenio y naturalizados mexicanos desde hace más de 15 años. Dedicaron sus vidas no sólo a compartir su talento arriba de los escenarios, sino también a participar en la formación de nuevas generaciones de músicos mexicanos.

Llegaron a México en 2001 para formar parte de la Camareta de Coahuila, después viajaron a Sonora para impartir clases de música y ser parte de la Orquesta Filarmónica de la entidad hasta que decidieron radicar en Ensenada, Baja California, donde trabajan como maestros en la Facultad de las Artes de la Universidad Autónoma de Baja California.

México tiene muchos instrumentistas talentosos; violinistas y violistas con pasión y musicalidad, a quienes motivan a ir más allá de sus propios límites, con mucho orden, trabajo y disciplina, expresa Nonna Alakhverdova, al terminar su sesión con los jóvenes de la Orquesta Carlos Chávez.

“La música es de alto rendimiento porque no tiene que ver sólo con la disciplina artística, también se relaciona con la preparación, entrenamiento sistematizado −como en el deporte−, luego viene la precisión que deviene de la ciencia; el desarrollo de los procesos que dan como resultado que un músico toque como se debe. No tocar por tocar, sino como es, en eso radica este arte”, señala.

A decir de Alakhverdova, la retroalimentación con las nuevas generaciones siempre la enriquece. “Trabajar con jóvenes como los de la Orquesta Escuela Carlos Chávez siempre es muy gratificante. Tienen un nivel técnico instrumental muy bueno, solo a veces, deben quitarse un poco el miedo al utilizar el arco, un aditamento importante para tocar el violín, porque con él puedes dar vida a las notas. El arco pone color e intensidad a las notas”.

Para la violinista, la expresividad debe estar por encima de la técnica; en la música y en el arte en general es como la sal −metaforizó−, si es poca, será como un platillo simple y si se excede, sabrá mal. En este sentido, apunta que lo ideal es encontrar el equilibrio para degustar el sonido porque a veces cuando un músico tiene más pasión que técnica esta estorba.

“La música es tiempo y precisión, lo principal es encontrar el equilibrio entre ambos aspectos, porque −retoma otra comparación culinaria− sino tiene ese contrapeso entre técnica y expresividad es como una ensalada con mucha mayonesa, en la que el sabor de los ingredientes se pierde y no se pueden saborear y pues así no tiene ningún sentido tocar”.

Afirma que los violinistas de La Chávez son buenos técnicamente y muy apasionados y subraya que solo hay que conducirlos a que sigan esta simetría; que se atrevan a utilizar el arco de una forma en la que cada nota emitida hable por sí misma, que confíen más en su intuición para lograr el sonido ideal, el indicado, el que marcan las partituras.

Sobre su participación como solista, en el programa de la OECCh a realizarse el próximo fin de semana, señala que será una grata y emotiva experiencia, no solo por el diálogo artístico que sostendrá con Ara Ghukasyan, sino porque el Doble concierto para viola, violín y orquesta, escrito por Max Bruch tiene mucho corazón: “Es lo más poético, sentimental y romántico que he tocado en mi vida, que el público no debe dejar de escuchar”, concluye.

La cita para escuchar a La Chávez es este sábado 29 de febrero, a las 14 horas en la Cancha de Tenis de Complejo Cultural Los Pinos; y el domingo 1 de marzo a las 18 horas, en el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes. En este último recinto el acceso es para mayores de ocho años.

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