DILMANOTICIAS MVS.-La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, denunció el viernes ante la comunidad internacional reunida en la ONU el "grave momento" que vive su país y aseguró que el pueblo "sabrá impedir cualquier retroceso" democrático, en referencia al proceso de destitución que está a punto de sacarla del poder.

Rousseff, que no hizo mención alguna a un "golpe de Estado" durante un discurso en Nueva York en la ceremonia de firma del acuerdo sobre cambio climático, agradeció además a "todos los líderes" que le manifestaron su "solidaridad" por su situación.

"No puedo terminar mis palabras sin mencionar el grave momento que vive Brasil", afirmó la mandataria al final de un mensaje ante más de 60 jefes de Estado y de gobierno reunidos en la ONU y de cuyos nueve minutos solo dedicó unos 30 segundos a la dramática situación en su país.

Rousseff está amenazada por un juicio de destitución por presunta manipulación de las cuentas públicas.

"Brasil es un gran país, con una sociedad que supo vencer el autoritarismo y construir una pujante democracia" y su pueblo "sabrá, no tengo dudas, impedir cualquier retroceso", indicó la mandataria.

En ausencia de Rousseff, quedó al mando de Brasil el vicepresidente centrista Michel Temer, quien la reemplazaría si el Senado aprueba hacia mediados de mayo abrirle un juicio de destitución (impeachment), ya aprobado por la Cámara de Diputados.

La mandataria no había asistido el mes pasado a una cumbre sobre seguridad nuclear en Washington, pero decidió en cambio acudir a la ceremonia de Nueva York.

Entre quienes le manifestaron su apoyo figura el presidente boliviano Evo Morales. "Hace unos momentos conversé con la presidenta @dilmabr, le expresé todo mi apoyo y solidaridad en defensa de la democracia", afirmó desde su cuenta en Twitter.

Tras la ceremonia del acuerdo sobre cambio climático, Rousseff participó en un almuerzo con otros mandatarios y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

- Temer defiende impeachment -

Al salir de la ONU, en declaraciones a medios brasileños, Rousseff elevó el tono y retomó el discurso de "golpe" e indicó que le "gustaría que el Mercosur y la Unasur vieran este proceso".

"Soy víctima de un proceso totalmente infundado", lanzó la presidenta. "No se puede tapar el sol con un dedo", dijo.

La oposición criticó duramente la decisión de la mandataria de ir a presentar su versión de los hechos ante un foro internacional. El senador Cassio Cunha Lima, del partido PSDB (del expresidente Fernando Henrique Cardoso), la calificó de "crimen de lesa patria".

De su lado, Temer aseguró el jueves en una entrevista con el diario The Wall Street Journal que "cada paso del impeachment está en concordancia con la Constitución". "¿Cómo esto es un golpe?", preguntó.

El panorama para el gigante sudamericano se degradó considerablemente en los últimos meses, con una recesión que entra en su segundo año y una crisis política que paraliza al país.

Si Rousseff es declarada culpable tras el juicio político, dejará el poder definitivamente y quedará inhabilitada para ejercer cargos públicos por hasta cinco años.

Cada vez más aislada políticamente, la mandataria "da por sentado" que el Senado aprobará el impeachment, según fuentes próximas al gobierno citadas por la estatal Agencia Brasil.

También la dirigente ecologista y excandidata presidencial Marina Silva criticó el viaje de la presidenta, afirmando que "decir que hay un golpe de Estado, en busca de apoyos para permanecer en el poder, es agravar la crisis social, agravar la crisis política".

Silva propone como salida a la crisis convocar a elecciones anticipadas. Pero eso solo podría ocurrir si la justicia electoral llega a la conclusión de que la campaña de la fórmula Rousseff-Temer recibió dinero de las redes de corrupción de Petrobras en 2014, y convoca nuevos comicios.

"Una cosa es una elección directa, con votos y el pueblo participando. Pero se me tiene que dar de defender mi mandato", indicó Rousseff sobre esta posibilidad.

La corte suprema, por su lado, incluyó el miércoles en la investigación sobre Petrobras parte de las confesiones de un senador oficialista que involucró a la presidenta Dilma Rousseff, a su predecesor Lula da Silva y al vicepresidente Temer.