En el tercer y último día de testimonio de Martínez, la defensa se encargó de subrayar las inconsistencias entre declaraciones del testigo desde su extradición a Estados Unidos en 2001 y lo que ha manifestado en este juicio.

Las contradicciones esencial es que Martínez, quien de definió como “gerente” de Guzmán entre 1986 y 1994, declaró en el pasado que nunca había escuchado a Guzmán dar la orden para ejecutar rivales.

En otra declaración, sin embargo, Martínez pareció aclarar que no estuvo durante las ejecuciones, pero que sí escuchó a Guzmán dar las órdenes de las ejecuciones debido a que él laboraba en la oficina en que el acusado realizaba llamadas telefónicas.

El otro punto de disputa principal es que Martínez declaró a fiscales en el pasado que desconocía que hubiera decomisos de mercancía del cártel de Sinaloa de parte de autoridades.

El argumento de Martínez es que “era práctica general que Guzmán pagara a funcionarios y agentes de México”, a fin de evitar decomisos.

En otro momento en 2006, durante un juicio en que también participó como testigo, Martínez declaró sin embargo que un decomiso de latas de chile jalapeño rellenas de cocaína sí había sucedido, tal como reportó la prensa en 1993.

Martínez es clave para el gobierno debido a que como “gerente” de Guzmán estuvo al tanto de renta de almacenes para guardar drogas, importación y exportación de cocaína, lavado de dinero y relación con proveedores en enervantes, entre otras actividades.

En su contrainterrogatorio, el defensor William Purpura sugirió que Martínez buscaba testificar contra Guzmán debido a que buscaba obtener una visa para afianzar su estatus en Estados Unidos.

El fiscal Michael Robotti concluyó su tercera ronda de interrogatorios al testigo con una simple pregunta: “¿usted ha mentido a este jurado?”. La respuesta de Martínez fue que no.