Como se preveía, las temperaturas subieron hasta 40 grados en varias zonas de los estados de Nueva Gales del Sur y de Victoria.
Previamente, miles de personas abandonaron sus hogares ubicados en las zonas amenazadas por el fuego, y se dirigieron a centros de evacuación.
Helicópteros militares sobrevolaron ciudades que corren riesgo de quedar aisladas por las llamas, para lanzar suministros de emergencia.
Mientras los incendios se avivan, miles de personas se manifestaron en Sidney y Melbourne, para exigir al gobierno cambiar sus políticas para combatir el cambio climático global, y reducir las exportaciones de carbón.