El Instituto Geológico Estadounidense anunció que el epicentro de ese sismo se localizó a 34 kilómetros de profundidad y a unos 928 kilómetros al nordeste de la ciudad neozelandesa de Tauranga.
Según la protección civil, el sismo provocaría corrientes fuertes y peligrosas que representan "una amenaza para las actividades sobre las playas, los puertos y estuarios, y para la navegación de pequeñas embarcaciones".
Esos efectos podrían sentirse en varias islas del Pacífico Sur, como Samoa, Cook y Fiji.
Poco más tarde, sin embargo, la defensa civil moderó su propio alerta anunciando que no había amenazas de daños materiales en el territorio neozelandés.